La Cooperación Técnica entre Países en Información en Ciencias de la Salud

Alberto Pellegrini Filho
Coordinador,
Programa de Coordinación de Investigaciones,
División de Salud y Desarrollo Humano,
Organización Panamericana de la Salud,
OPS/OMS

Ingléz


Cooperación para que?

Hablar sobre los objetivos, contenidos, mecanismos y actores de la cooperación técnica entre países en información en ciencias de la salud no es una tarea sencilla, particularmente en este momento de importantes cambios en el sector salud con grandes repercusiones para el área de información en salud.

Las funciones de análisis de situación de salud y sus tendencias, vigilancia epidemiologica y sanitaria, regulación de la organización de la atención, etc., vienen cobrando nuevo énfasis como consecuencia de los procesos de reforma en curso tanto a nivel del Estado como del sector y son funciones que para su cumplimiento generan fuertes demandas de información.

De la misma manera, la pluralidad de nuevos actores públicos y privados, incluyendo la población en general, involucrados en las actividades de financiamiento, administración, prestación y consumo de servicios de salud, también genera demandas de información cada vez más diversificadas. No cabe duda de que la producción, recolección, selección, análisis y diseminación de esta información debe ocupar cada vez más la agenda de cooperación de organismos como la OPS y de la cooperación técnica entre países.

Este es de alguna manera uno de los temas centrales de las discusiones de toda esta semana. Por ese motivo y por mis propias limitaciones no voy tratarlo en su conjunto, sino concentrarme en un aspecto particular de esta problemática. Me refiero a un aspecto que a mi juicio es uno de los principales, sino el principal problema que enfrenta la información científica en salud: se trata del divorcio entre la producción del conocimiento, por un lado, y la utilización de este conocimiento, por otro. Se trata del desafío por establecer puentes entre ambos, o, en un plan más general, del desafío de estrechar los vínculos entre ciencia y sociedad. Si me permiten, paso a esbozar algunas ideas sobre este problema y las posibilidades de superarlo, destacando el papel de la cooperación entre países y del dominio y utilización de las nuevas tecnologías de información en salud.

La brecha entre el conocimiento y la acción no es un problema trivial. Tiene profundas raíces históricas, conceptuales e institucionales. Con relación a las primeras, nuestra política científica ha estado y sigue siendo influenciada por los conceptos desarrollados en 1945 por Vannevar Bush, consejero para ciencia del presidente Roosevelt, en su informe "Science, the endless frontier" lo cual inspiró la creación de la National Science Foundation de los EUA. La separación estricta entre investigación básica y aplicada adoptada por el informe, y posteriormente endosada por las conferencias en Frascatti, Italia, ha generado un aparente o, más bien un falso conflicto entre investigar para entender (que seria objeto de la investigación básica) versus investigar para resolver problemas (objeto de la investigación aplicada), o dicho de otra forma, entre la ciencia que contribuye para la expansión de la frontera del conocimiento versus la ciencia que busca resolver los problemas de la sociedad. Esta falsa disyuntiva ha creado una competencia entre ambos tipos de investigación para la obtención de recursos y ha servido, entre otras cosas, para justificar el aislamiento de buena parte de la comunidad científica del resto de la sociedad, ya que no habría porque preocuparse en relacionar su quehacer con las demandas sociales.

Además de esta distorsión en las bases conceptuales de las políticas de C&T, del punto de vista institucional nunca se ha logrado crear, en los países de América Latina y el Caribe, verdaderos sistemas de C&T. A pesar de los importantes esfuerzos que se hicieron para desarrollar una infraestructura científica, particularmente a partir de los años 1970, no se establecieron los arreglos organizativo-institucionales que permitieran el libre flujo de conocimientos y tecnologías entre las instancias que los producen y las que los utilizan. Se concentraron los esfuerzos casi que exclusivamente en los aspectos de oferta, o sea apoyo a grupos y a proyectos de investigación, como si el conocimiento producido se transmitiera automáticamente a los que pudieran utilizarlo. Además de eso, los esfuerzos por desarrollar una infraestructura científico-técnica se realizaron en el ámbito de modelos de desarrollo poco competitivos, que poco estimulaban las innovaciones y que dificultaban el establecimiento de alianzas estratégicas entre países para cooperación técnica y solución de problemas comunes.

Condiciones favorables

Actualmente se observan una serie de tendencias que, no obstante en muchos casos trátase todavía de algo bastante incipiente, abren nuevas perspectivas para la superación de los problemas mencionados. El desafío está en como fortalecerlas y como aprovechar las posibilidades que ofrecen tanto para una planificación de las actividades científicas más estrechamente vinculadas a las necesidades sociales como para un mejor y más amplio acceso a sus resultados.

En primer lugar, el paradigma de Bush para la definición de políticas científicas, basado en la separación más o menos rígida entre conocer y usar, entre lo básico y lo aplicado, viene siendo sustituido por un concepto mucho más cercano a la práctica concreta de la investigación, que es concepto de investigación estratégica, o sea la investigación que busca al mismo tiempo extender las fronteras del conocimiento y resolver problemas concretos. Ejemplos de este tipo de investigación abundan en la historia de la ciencia, desde los trabajos de Pasteur, hasta más recientemente los avances en inmunología, biología molecular o genética para resolver problemas como el cáncer, SIDA y otros. El desafío para los planificadores y tomadores de decisión en ciencia es como abandonar los viejos esquemas de asignación de recursos según investigación básica o aplicada para concentrarlos en aquellas áreas que permiten combinar el desarrollo intrínseco de la empresa científica con las demandas sociales.

Otra tendencia positiva, ya en un plan organizativo-institucional, es la aparición de otros actores en la planificación, financiamiento y ejecución de las actividades de C&T lo que hasta muy poco tiempo era de responsabilidad prácticamente exclusiva del Estado, lo cual tenía como interlocutor casi único a los investigadores. La tendencia a una diversificación de las instancias de financiamiento y de ejecución de las actividades de investigación, juntamente con el reclamo por un mayor control social sobre la ciencia a la cual se le habría otorgado una capacidad de autocontrol excesiva, ayudan a romper el aislamiento del sector de C&T y a aproximarlo del resto de la sociedad. Por otro lado, a nivel internacional, las actividades de C&T vienen ocupando un papel cada vez más central en los acuerdos de cooperación y es licito preverse que con el desarrollo de estos acuerdos en nuestra Región esto también venga a ocurrir, particularmente en el sector salud, donde la internacionalización y la complejidad de los problemas hace que cualquier país, por más desarrollado que sea no los pueda resolver aisladamente.

Finalmente, otra de las tendencias positivas para una mayor aproximación entre la producción del conocimiento y las necesidades sociales tanto a nivel nacional como internacional es el desarrollo de las tecnologías de información en salud, tanto las de carácter organizativo-institucional, particularmente las tecnologías organizacionales de formación de redes de colaboración, como las relacionadas al desarrollo de la informática y la comunicación. El Sistema Latinoamericano de Información en Ciencias de la Salud y la Biblioteca Virtual en Salud son ejemplos de estas tecnologías, adaptadas a nuestra realidad y que juntamente con las tendencias anteriores abren enormes posibilidades de superación de los problemas de los cuales estamos tratando.

Como aprovechar estas condiciones favorables?:

Conforme mencionamos anteriormente, estas tendencias positivas en muchos casos se están apenas esbozando y hay que ensanchar los espacios que abren.

Una primera dimensión de trabajo en este sentido es de naturaleza político-institucional y se refiere al establecimiento de mecanismos de participación y comunicación que fortalezcan los vínculos entre la actividad científica y la sociedad en general. Para eso hay que aprovechar la mayor diversidad de actores que actúan en el campo de la C&T, así como el movimiento por un mayor control social de la ciencia, para crear espacios de discusión y formación de consensos que permitan que las políticas de C&T se consoliden como políticas públicas, sometidas al debate público. El Estado debe cumplir un papel esencial en este aspecto, estableciendo los espacios, incentivos, canales, o sea las "reglas del juego" para una amplia participación en la definición de los rumbos a seguir.

Otro aspecto es la creación de estructuras y mecanismos que se encarguen de fortalecer los lazos entre la investigación y otros sectores sociales. Se necesitan estudios para conocer de manera más sistemática cuáles son las barreras y los factores facilitadores de las relaciones entre los productores de bienes y servicios y las instituciones de investigación, así como entre estas y los tomadores de decisiones sobre políticas sociales y de salud. Sin embargo, ya disponemos de alguna información y de experiencias que permitirían orientarnos en la creación de estas estructuras. Me refiero a estructuras y mecanismos que faciliten la transferencia de tecnologías a sectores productivos; que hagan la traducción de resultados de investigación para una diseminación más amplia; que promuevan la creación de sistemas de incentivos para que los investigadores se preocupen con la utilización de los resultados de sus investigaciones, etc.

Estas líneas de trabajo situadas en una dimensión de desarrollo político-institucional deben estar fundamentadas por una base técnica y es en este espacio que pretendo compartir con ustedes algunas ideas. El acceso a la información es un requisito imprescindible para que los diversos actores involucrados o potencialmente involucrados en actividades de C&T en salud como son los planificadores y administradores de C&T, investigadores de diferentes disciplinas, empresarios, tomadores de decisión, profesionales de salud y el público en general puedan realmente participar en las decisiones en materia de C&T y aprovechar sus beneficios. Para alcanzar a cada uno de estos actores es necesario conocer las fuentes de información en que confían, que tipo de información les interesa, como evalúan la información, que motivaciones tienen, etc. La Biblioteca Virtual en Salud (BVS) crea una plataforma de acceso amplio y irrestricto donde se puede incluir cualquier tipo de información y donde el usuario tiene total autonomía para comandar la búsqueda conforme sus necesidades e intereses. Esto abre grandes oportunidades, pero también significa un gran desafío en el sentido de perfeccionar el tipo y la calidad de la información.

Teniendo como referencia el objetivo de promover y fortalecer la investigación de tipo estratégica, o sea, la que permite combinar las necesidades de desarrollo intrínseco de la ciencia con la atención a las demandas sociales, o como bien dice Stokes, combinar "las semillas de la ciencia con las necesidades de la sociedad", se necesitan básicamente dos grandes tipos de información: por un lado la que se refiere a la situación de salud con las demandas y necesidades de conocimiento que genera y por otro lado, la que se refiere a la producción científica, sus tendencias y su capacidad de respuesta a las mismas.

Con relación a los aspectos de demanda, o los "needs" sociales, no obstante la existencia de una larga experiencia en la Región en la recolección de datos sobre mortalidad, estamos todavía muy lejos de tener informaciones que permitan dar cuenta de la complejidad de la situación de salud y de la asistencia en la Región. Tenemos muy poca información confiable sobre morbilidad, así como sobre estructura, financiamiento, calidad y resultados de la atención, y aún con relación a los datos sobre mortalidad, su nivel de agregación no permite un análisis más preciso de situación y tendencias para identificación de inequidades o de problemas específicos de grupos según ocupación, clase social, género o etnia.

Sin embargo, existen algunos ejemplos de nuevos desarrollos que deben permitir una descripción más precisa de la situación de salud como son la proliferación y perfeccionamiento de encuestas sobre situación de salud y condiciones de vida, la diseminación del uso de sistemas de información geográfica, el diseño y perfeccionamiento de indicadores que permiten evaluar años de vida perdidos por muerte y por discapacidad, etc. Estos desarrollos, asociados a los que se están observando en las metodologías de definición de prioridades de investigación, permitirán una identificación más clara de los problemas y de las demandas de conocimientos.

En relación a las informaciones, indicadores y estudios para evaluar la capacidad de respuesta de la infraestructura científica a estas demandas, o los "seeds" de la ciencia, creo que estamos en situación bastante más precaria. Es posible que esto ocurra porque durante mucho tiempo nadie se ha preocupado por tener informaciones sobre la pertinencia, la calidad y el impacto de la producción científica. Los primeros que se interesaron por medir y evaluar la producción científica fueron los sociólogos e historiadores de la Ciencia a principio de la década de los sesenta y solamente a mediados de la década siguiente es que los planificadores se interesan por eso, pues hasta entonces los procesos de planificación de la C&T estaban basados casi exclusivamente en la opinión de expertos.

No creo que debo extenderme en relacionar las dificultades y deficiencias de las bases de datos sobre el potencial científico-técnico y sobre la producción científica de los países de América Latina y el Caribe. Ustedes conocen mucho más que yo sobre este tema. Todos sabemos de los altos costos, rápida obsolescencia y baja cobertura de las encuestas que se hacen a investigadores, instituciones de investigación y agencias financiadoras para obtener datos sobre recursos humanos, financieros, materiales, proyectos en curso, publicaciones, etc. Con relación a las bases de datos sobre publicaciones científicas formales, los avances logrados con LILACS son extraordinarios, pero los estudios sobre producción y productividad científica en nuestra Región son casi todos hechos a partir de bases de datos internacionales, particularmente la del Institute for Scientific Information (ISI). Sabemos que esta base no es apropiada para analizar la ciencia de los países en desarrollo y mucho menos para tomar decisiones de política científica, ya que se limita a los artículos publicados por autores de estos países en las revistas más importantes del mundo desarrollado, no permitiendo por lo tanto un inventario de la producción científica de los países considerados.

Los indicadores utilizados para análisis de la actividad cientifico-técnica en nuestros países siguen limitándose a indicadores de insumos y de productos. No disponemos de indicadores adecuados de impacto y aún los de productos por lo general se limitan al artículo científico publicado en una revista del "mainstream". Como no disponemos de parámetros de análisis, o sea, de criterios óptimos de producción y productividad, lo que en general se hace son comparaciones entre países sin tener en cuenta las diferentes culturas en materia de publicaciones. Cuando se comparan áreas y tipos de investigación tampoco son tomados en cuenta los diferentes patrones de publicación entre las mismas.

Como se puede ver, los datos, indicadores y tipos de estudios que se hacen sobre la actividad científica en nuestros países contribuyen muy poco para evaluar el verdadero potencial de respuesta a los problemas identificados. Para eso necesitamos entre otras cosas de nuevos desarrollos metodológicos que, combinando enfoques cualitativos y cuantitativos, permitan una mejor comprensión de la naturaleza y características de la ciencia en países en desarrollo. Necesitamos también mejorar las bases de datos locales y construir nuevos indicadores que respondan a preguntas bien definidas y reconozcan las especificidades de la ciencia en nuestros países.

En conclusión, es bastante compleja la tarea de mejorar los datos, los indicadores y las metodologias de análisis tanto de la situación de salud como de la actividad científica, con miras a permitir mayor relevancia y calidad de la investigación en salud y mejor utilización de sus frutos. Sin embargo, como vimos, hay una serie de elementos del contexto que crean condiciones favorables para enfrentar esta tarea, la cual implica necesariamente en un esfuerzo de trabajo interdisciplinar. Difícilmente una institución o un país puede enfrentarla aisladamente, lo que abre amplios espacios para desarrollo de la cooperación técnica en este campo. Otro elemento favorable es la consolidación del Sistema Latinoamericano de Información en Ciencias de la Salud, el cual representa una importante infraestructura institucional para facilitar esta cooperación, particularmente en lo que se refiere al dominio de las metodologías y tecnologías de información en salud, donde hoy se destaca la propuesta de la Biblioteca Virtual en Salud. Sabemos que varias acciones están en curso en este sentido y no obstante todas sus limitaciones la Coordinación de Investigaciones de la División de Salud y Desarrollo Humano de la OPS/OMS está dispuesta a asociarse a este esfuerzo. El desafío es grande, pero hay muchas razones para estar optimistas.

Muchas Gracias.


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