DESARROLLO INTERNACIONAL EN LA VÍSPERA DEL TERCER MILENIO

Ingléz

Keith Bezanson
Director, Institute of Development Studies,
University of Sussex, U.K.

k.bezanson@sussex.ac.uk


En primer lugar, gracias por haberme invitado a estar con ustedes hoy. Costa Rica es uno de mis países predilectos y por mucho tiempo he admirado el trabajo de la OPS. Y estos factores hacen el estar aquí como su invitado un honor especial y un gran placer personal.

El título de su Congreso es la "Formación de Redes de Información: Puente al Tercer Milenio". Ahora bien, este es un título muy provocativo. Habla al futuro - al tercer milenio --- estas palabras suenan tanto esperanzadas como inspiracionales. Se refiere a un puente, una metáfora física sólida que sugiere la continuidad entre donde estamos y a dónde vamos. Y nos dice que la formación de redes de información es el vehículo o medio que proporcionará continuidad y nos transportará del segundo milenio de la Cristiandad al tercero, lo que hace este título de lo más provocativo.

La pregunta es: ¿estamos convencidos de que el título es correcto? Si lo estamos, entonces con seguridad la tarea de este Congreso se concentra esencialmente en una pregunta-el cómo hacerlo - cuál es la mejor manera de formar las redes de información. Sospecho, sin embargo, que existen muchas dudas y preocupaciones en esta sala. Algunos de ustedes pueden, como yo, encontrar la perspectiva del nuevo milenio más bien confusa. Además, algunos de ustedes debe cuestionarse si habrá, después de todo, mayor continuidad en el mundo que se abre ante nosotros. Ustedes pueden pensar que, en lugar de cruzar un puente, estamos siendo obligados a saltar sobre un abismo y entrar en algo que nos es poco familiar e indeseable. Y algunos de ustedes pueden mirar con profunda sospecha, y aún con resentimiento, las nuevas tecnologías de información sobre las cuales dependerá la formación de las redes de información. En verdad, en el fondo del corazón de unos pocos de ustedes pueden yacer los instintos de un Luddite, ansioso de acabar con las máquinas y regresar las cosas a cómo eran antes. Si algunos de ustedes se siente de esta manera, no están solos. Las indicaciones a lo largo de nuestro mundo muestran que son muchos los que sienten trepidación ante el próximo milenio y acerca de la tecnología.

Los organizadores de este Congreso me han pedido que hable sobre estos temas. Específicamente, los términos de referencia que se me enviaron solicitaban que hiciera lo siguiente:

    • Primero, conversar acerca de dónde estamos y a dónde vamos en el desarrollo internacional.
    • Segundo, sugerir qué es lo que las nuevas tecnologías de información están haciendo en favor y en contra de la gente.
    • Tercero, comentar sobre las implicaciones de las tecnologías de información para con las bibliotecas y para con la difusión de la información técnica y científica.
    • Cuarto, sugerir cómo podrían ser aplicadas las tecnologías para satisfacer las necesidades de las personas y los retos del desarrollo.
    • El quinto, ser "provocativo" de principio a fin.
    • Sexto, hacer todo esto en más o menos 40 minutos.

Sus organizadores, en otras palabras, prácticamente me pidieron poco menos que proporcionar un recuento definitivo sobre la evolución de la civilización y la perspectiva de la humanidad para los próximos mil años.

Sí, estoy exagerando para plantear la cuestión, pero no mucho.

Y la cuestión, desde luego, es que esto es demasiado ambicioso y sin duda no puede ser tratado con ningún grado de seriedad en 40 minutos. Lo que trataré de hacer dentro del tiempo disponible es mucho más modesto. Trataré: primero, de proporcionar el antecedente y contexto del desarrollo internacional; segundo, esbozaré lo que creo es la naturaleza del verdadero reto para las organizaciones internacionales de desarrollo como la OPS en esta transición a un nuevo milenio; tercero, comentaré brevemente sobre las nuevas tecnologías y cambios tecnológicos; y cuarto, ofreceré unas breves palabras acerca de las bibliotecas. Intentaré ser provocativo, según la definición del diccionario, en lo que se refiere a ideas polémicas que conduzcan al pensamiento y a discusión sobre cosas interesantes o apasionantes.

El Estado actual del esfuerzo internacional de desarrollo

Déjeme pasar, entonces, al esfuerzo internacional de desarrollo al cual estamos todos dedicados.

Me impresiona que si se examinan los informes públicos de la mayoría de las organizaciones internacionales de desarrollo de los últimos 5-10 años-bien sea bilateral, multilateral o no gubernamental-es posible encontrar cuatro cosas en común. Primero, la mayoría reclamarán con gran estridencia que el desarrollo enfrenta una crisis. Segundo, muchos presentan la crisis como esencialmente financiera y exhortan un mayor nivel de financiamiento para lograr el desarrollo. Tercero, la mayoría de las organizaciones han estado anunciando que están "reinventándose, rediseñándose o transformándose". Cuarto, todas estamos construyendo sinergias y sociedades nuevas mediante la formación de redes de información.

Se ha desarrollado una importante y sumamente lucrativa nueva industria de consultores gerenciales alrededor y como guía de estos factores y direcciones comunes. Ellas asesoran a las organizaciones de desarrollo en los secretos del éxito futuro, lo que incluye la preparación de nuevos enunciados de misión, orientaciones estratégicas, quintas disciplinas, planes empresariales, mejora tanto de la imagen como la presentación, y la transformación para alcanzar los nuevos horizontes que brillan con posibilidades tecnológicas. No sorprende que mucha de la bibliografía que las organizaciones internacionales de desarrollo están produciendo para definirse y presentarse a si mismos ante el público y líderes políticos está empezando a lucir mucho como la bibliografía de Proctor & Gamble o Microsoft.

Las exhortaciones que se hacen con miras a obtener mayor apoyo a los esfuerzos internacionales de desarrollo son, desde luego, numerosas y variadas. Existen, en general, sin embargo, dos características definitorias. La primera es un mensaje positivo que incluye una exhortación a la nobleza, a nuestra humanidad. Esencialmente, este mensaje descansa en la proposición de que todos desearíamos hacer del mundo un mejor lugar y que podemos hacerlo. El segundo sencillamente da la vuelta al mensaje e intenta apelar a nuestros temores. Este otro mensaje nos dice que si no actuamos para eliminar la pobreza, la miseria y las enfermedades, y para preservar nuestro medio ambiente, las consecuencias para nosotros y nuestros hijos serán graves. Estas dos características definitorias nos traen la memoria unas palabras dichas alguna vez por el pandillero estadounidense, Al Capone: "Más se logra con una palabra amable y un arma de fuego que con una palabra amable solamente".

Ahora, con la reconversión, la transformación y la nueva presentación que ha venido ocurriendo, y con todo el asesoramiento experto y costoso que se ha proporcionado, todos desearíamos ver pruebas de que los esfuerzos están dando resultado. Y bien, las pruebas no nos proporcionan mucho estímulo.

Tomen, por ejemplo, la reciente publicación, La Realidad de la Ayuda, basada en un examen independiente de la cooperación en el desarrollo durante 1997-1998 por ACTIONAID, una importante ONG europea. Una muestra representativa de lo que aparece en esa publicación se da a continuación. La publicación concluye que la disminución en el apoyo al desarrollo internacional se ha convertido de disminución en caída total. El esfuerzo internacional de desarrollo, nos dice, está en una profunda crisis.

 

De La Realidad de la Ayuda - 1997-98

AUSTRALIA: "El nuevo gobierno ... mantuvo su promesa de las elecciones de cortar el programa de ayuda. Los términos reales de 10% de reducción ... representan el mayor corte en un decenio".

BÉLGICA: "Para la cooperación belga al desarrollo, 1996 ha sido otro..... año perdido".

CANADÁ: "Cortes repetidos y sustanciales .... han estado conduciendo muchos....... A cuestionar... la ayuda canadiense al desarrollo....... "

FRANCIA: "Aunque no alcanza la devastadora escala de disminución de Italia (42% en términos reales) o de los EUA (27%), el volumen de ayuda francesa descendió más que la de otros donantes..."

ALEMANIA: "....cortes presupuestarios de hasta DM500,000 para el próximo presupuesto....la cooperación para el desarrollo bien pudiera caer a una 'cantidad insignificante'.

JAPÓN: "1996 se convirtió en el año que ODA de Japón sufrió cortes extraordinarios. En dólares, la ayuda japonesa ha bajado un 35%...Pero de FY 1998 va a haber una (aún más grande) disminución".

SUECIA: "Durante décadas, la cooperación para el desarrollo constituyó una parte importante de la política externa sueca; aún dentro del proyecto general democrático social era un tema central .......Todo eso es ahora historia .....El corte de 1997 (30%) se hizo sin mayores protestas desde el interior de la sociedad sueca".

 

Parece que ni las exhortaciones por apoyo público y político, ni la nueva cara de las instituciones rediseñadas y transformadas tiene éxito, si el éxito se mide según los compromisos financieros. ¿Así, qué sacamos de esto?

Ciertamente, no es que el desarrollo haya cesado de ser necesario. Más de mil millones de seres humanos todavía viven en la pobreza y cerca de la mitad de ese número en la "miseria"; según la mayoría de las estimaciones, la brecha entre ricos y pobres se está agrandando; los medios de comunicación nos recuerdan con alarmante regularidad el riesgo de nuevas pandemias como resultado de las condiciones de pobreza y destrucción ambiental; y las encuestas de opinión confirman que la idea de un mundo "interdependiente" se ha afianzado en la conciencia pública. ¿Cómo explicamos entonces la declinación del desarrollo?

En mi criterio, solo podemos empezar a explicar esto entendiendo que el nuevo contexto de postguerra fría en el que vivimos ha transformado extraordinaria y permanentemente la propia estructura que suscitó el esfuerzo internacional de desarrollo.

Ese marco y las fundaciones sociopolíticas para el desarrollo internacional surgieron al terminar la Segunda Guerra Mundial. El desarrollo formó parte de una nueva era de internacionalismo. Los líderes políticos e intelectuales que la produjeron habían sido formados por los traumas de las depresiones económicas y las guerras mundiales y se habían unido en la causa común de "nunca más". Fue el orden político y económico que establecieron el que suscitó la idea del desarrollo universal como fuerza socio-política. Esta idea era verdaderamente revolucionaria y produjo un estado mental internacional totalmente nuevo. Antes de que esto ocurriera, el criterio internacional predominante era que la mayoría de las sociedades eran características, incomparables y destinadas a permanecer como tales; comprender a la mayoría de ellas era un asunto de antropología cultural. El nuevo estado mental colocó a todas las sociedades del mundo, por primera vez, en un continuum único-el continuum de menos a más desarrollado (definido, desde luego, por las normas del más desarrollado). Toda la humanidad se tornó comparable y todos nos orientamos hacia un mismo lugar.

El resultado ha sido que, la mayor parte de los últimos cincuenta años, hemos sido testigos de un inspirador experimento, financiado públicamente, de desarrollo internacional, indiscutiblemente el experimento más noble en la historia de la humanidad. Sus logros han sido notables si se miden por índices tales como esperanza de vida, supervivencia infantil, niveles nutricionales, y aún la eliminación de la pobreza. Sus fracasos son también muy conocidos y se han registrado en la desorganización social, la pérdida de diversidad biológica y la destrucción ambiental.

Cualquiera que sean sus logros o fracasos, sin embargo, este gran experimento financiado con fondos públicos se construyó y dependía de un orden de la posguerra que ahora, en gran parte, ha cesado de existir. En su muy conocido libro, El Diccionario del Desarrollo, Wolfgang Sachs lo pone en los siguientes dramáticos términos: "La visión inspiradora del desarrollo mundial está en ruinas. Sorprendida por fuerzas no previstas, continúa viviendo solo por la fuerza de la inercia institucional".

Esta concepción de Sachs es, en mi criterio, exagerada; es demasiado periodística para mi gusto. La cuestión que estoy planteando es que hemos introducido una nueva fase cualitativa en el sistema internacional. El punto adicional es que las instituciones y las prácticas del desarrollo internacional, en gran parte, no están preparadas para esto. El desarrollo no ha fracasado y virtualmente todos los indicadores principales muestran que éste es el caso. El esfuerzo del desarrollo, sin embargo, ha sido rebasado y corre el riesgo ser arrasado por una marejada de nuevos sucesos.

Si el cálculo es correcto, lo que se requiere es nada menos que una re-evaluación fundamental del significado mismo del desarrollo y del progreso en un momento de conmoción sin precedentes en prácticamente todos los aspectos de la actividad humana. Esto no será fácil, porque el hecho hoy es que, dentro o fuera de los gobiernos, no hay ninguna nueva idea notable que comande nada parecido al consenso intelectual, o al entusiasta apoyo público a los temas sobre dinero, comercio o desarrollo como el que surgió al terminar la Segunda Guerra Mundial.

El punto de partida apropiado para cualquier re-evaluación es colocar los temas de desarrollo en su nuevo contexto algunos de cuyos elementos claves son los siguientes:

  • El experimento de desarrollo se basó en el orden político de la guerra fría que desapareció al entrar a los años noventa. Éste ha sido reemplazado por las incertidumbres que acompañan la transición a un nuevo orden mundial, más complejo y menos predecible. Simultáneamente, la economía internacional está experimentando su transformación más profunda desde la revolución industrial, incluidos los cambios primordiales en los modelos de comercio, la internacionalización de los mercados financieros y los cambios en la naturaleza del trabajo y la repercusión de los adelantos tecnológicos. La mayoría de las instituciones de desarrollo actualmente tienen poco que hacer y casi ninguna influencia en estas fuerzas principales que están dando forma a nuestro mundo.
  • Al nivel más profundo de la sociedad y la cultura, las venerables suposiciones que han apuntalado el orden social local en muchas partes del mundo están siendo derrocadas, a menudo, con trágicos y salvajes resultados particularmente evidentes en las regiones en desarrollo y los países antes socialistas, pero son también cada vez más evidentes en toda la sociedad occidental. La compleja trama de los valores humanos y las relaciones interpersonales que permite a las comunidades vivir juntas está de igualmente siendo sometida a presiones sin precedentes en muchas partes del mundo. La pregunta para las organizaciones de desarrollo debe ir mucho más allá de si pueden proporcionar, por ejemplo, frazadas, alimentos y albergue a los refugiados. La pregunta que necesita abordarse es lo que estas transformaciones sociales significarán para la condición humana y para el desarrollo.
  • Y todo esto es accionado por los adelantos científicos y las innovaciones tecnológicas cuyo ritmo y repercusión-tanto positivo como negativo-son sin precedentes. En consecuencia, aquellos con capacidad de absorber, usar y adaptar los adelantos de la ciencia y la tecnología se ubicarán mejor, no solo para enriquecerse, sino también para influenciar la conducta y evolución de los asuntos humanos. Aquellos incapaces de aprovechar estos adelantos serán cada vez más marginados. Con pocas excepciones, las innovaciones científicas y tecnológicas están siendo accionadas por los intereses privados. Las instituciones del desarrollo internacional ejercen poca, si alguna, influencia.
  • El desarrollo se construyó sobre la base de un eje de Norte-Sur como la línea divisoria entre la riqueza y la pobreza. Esa era esencialmente una reflexión válida de la realidad en los años cincuenta y sesenta. Éste, sin embargo, no ha sido el caso en por lo menos los últimos veinte años. Crecientes concentraciones de riqueza individual se encuentran ahora en países que las estadísticas globales siguen considerando como pobres y viceversa. En los años que siguen pareciera seguro el aumento de tales tendencias. La revista The Economist predice, por ejemplo, que nueve de las 15 economías principales del mundo pronto serán países que ahora denominamos "en desarrollo", que China reemplazará los Estados Unidos como la economía más grande del mundo, que la India reemplazará a Alemania como la cuarta más grande y que hasta el 95% de la fuerza laboral activa del mundo vivirá en el sur. La antigua línea de culpa geográfica entre ricos y pobres ha sido reemplazada por un mosaico casi impenetrable que corta profundamente dentro de sociedades individuales y que está quitándole sentido cada vez más a la estadística global y a los conceptos que se usan para comprender el desarrollo. No obstante, a pesar de todo esto, muchas organizaciones internacionales de desarrollo-creo que son la gran mayoría-continúan presentando el mundo como si la vieja línea divisoria rico-pobre fuera todavía un reflejo válido de la realidad. Ellas están fracasando completamente al no aceptar las nuevas complejidades.

Me parece, por consiguiente, que el esfuerzo internacional de desarrollo se encuentra hoy en un serio problema. He notado que mucho esfuerzo institucional ha sido y sigue siendo gastado en la aplicación de las prácticas prestadas del comercio y la industria, principalmente rediseñando, reempacando o engalanando las relaciones públicas con la ayuda de consultores costosos. Esto puede ser bueno y necesario, pero está lejos de suficiente.

La realidad es, como ya lo he mencionado, que estamos en una fase cualitativamente nueva del orden internacional. Sin duda, las instituciones fundadas expresamente para producir el desarrollo ahora deben ponerse a la vanguardia trabajando y proporcionando orientación sobre el significado de esto en pro de los futuros esfuerzos para el desarrollo. Cuentan, después de todo, con mucho éxito y una rica experiencia a la cual recurrir. En muchos casos, no es esto lo que estamos haciendo. En su recuento esperanzado de nuestra época titulado "Nacimiento de un Nuevo Mundo", (subtitulado 'Un Momento Abierto para Liderazgo Internacional'), el distinguido erudito e internacionalista estadounidense Harland Cleveland aporta pruebas convincentes de que el nuestro es en realidad un mundo pidiendo a gritos una orientación social renovada. Es también un recordatorio a la comunidad internacional de desarrollo de que no podemos esperar contribuir al mismo a menos que empecemos primero a pensar claramente y a comprender el nuevo contexto que confrontamos. Es hora de que todos empecemos a hacerlo juntos. El viejo proverbio chino suele repetir: "Si no cambiamos la dirección, llegaremos a donde vamos".

 

Globalización: Orden y desorden

Me gustaría volver por unos pocos minutos a la globalización. Esta es una palabra que ni existía hace 15 años. Es una palabra portentosa y maravillosa que significa precisamente lo que el usuario dice que significa y se ha convertido en la palabra más de moda de los años noventa. Igual como los poetas y trovadores en épocas pasadas celebraban el ascenso del nacionalismo moderno, así en nuestros días, los gobiernos, los negocios, los periodistas, los ambientalistas, los académicos y las organizaciones internacionales escriben y cantan himnos de elogio al pueblo global. La globalización es el nuevo mantra y, salvo un retorno al proteccionismo, lo que es improbable al menos a corto plazo, no va a desaparecer.

Ahora, ¿qué es lo que las organizaciones internacionales de desarrollo han estado diciendo acerca de la globalización? Bueno, francamente, no mucho de lo que podemos estar orgullosos. La mayoría de las instituciones bilaterales y multilaterales del desarrollo internacional se han colocado a la vanguardia con vastos reclamos de los beneficios de la globalización. Otros organismos de desarrollo, principalmente no gubernamentales, se han situado en decidida oposición a todos los aspectos de la globalización. Estas posiciones opuestas no han conducido a mucho del estudio serio y paciente que se requiere, a la búsqueda de mente abierta para entender lo que está sucediendo, aunque los recientes, notables y trágicos sucesos en Asia Oriental pudieran estar ejerciendo una influencia positiva en este sentido.

La globalización es con mayor frecuencia representada por sus partidarios como una fuerza integradora y homogenizadora, pero la verdad es mucho más compleja en términos de su dinámica y repercusión. Primero, se trata de una amalgama ambigua de procesos potencialmente contradictorios que prometen integración y desintegración, inclusión y exclusión, oportunidades y problemas, equidad e inequidad, creación y destrucción, movilidad y detención, orden e inestabilidad. Es un proceso profundamente desigual que opera a diferentes niveles a través de procesos paralelos de regionalización; afecta diferentes regiones y países diferencialmente y, dentro de los países, diferentes áreas y grupos sociales; y avanza a diferentes velocidades a través de los terrenos económicos (por ejemplo, más rápidamente en el financiero que en el de flujos de trabajo). Es un proceso inquietante que imbuye transacciones económicas, particularmente en la esfera financiera, con mayor volatilidad y amenaza traer más incertidumbre e inseguridad en las vidas de las personas. Es un proceso de restación de poder que reduce el poder autónomo de los gobiernos nacionales, mina la responsabilidad que es el nervio vital de las políticas democráticas y quiebra las relaciones sociales establecidas en las esferas del parentesco y la sociedad civil. Significativamente, estas cuatro características de la globalización se manifiestan por igual en las economías en desarrollo y en las industrialmente avanzadas.

Lo que esto me dice es que la presentación de la globalización como si fuera un fenómeno único es gran parte del problema. No hay y tiene poca probabilidad de haber una globalización única y las fuerzas detrás de este fenómeno, casi sin dudas, no conducirán inexorablemente a la homogeneización. Lo que tenemos y lo que tenemos probabilidad de seguir viendo son muchas globalizaciones.

¿No parece esto lógico cuando nos paramos a pensar en ello? El fenómeno del cual deriva la metáfora de globalización se basa en eventos diferentes y únicos en innumerables lugares separados. Por lo tanto, seguiremos viendo múltiples resultados, diferentes respuestas, nuevos arreglos institucionales, una compleja variedad de estrategias para hacerle frente, ganadores y perdedores y nuevas configuraciones de los incluidos y los excluidos

Paul Streeten nos ha proporcionado un punto de partida útil para pensar más claramente sobre esto.

Globalización
(de Paul Streeten)

Bueno para

Malo para

Japón, Europa, América del Norte

Oriente y Sudeste Asiático

Producción

Personas con activo

Ganancias

Personas con grandes aptitudes

Los cultos

Profesionales, gerentes y técnicos

Ajustadores flexibles

Acreedores

Aquellos independientes de los servicios públicos

Compañías grandes

Hombres

Los fuertes

Los arriesgados

Mercados globales

Vendedores de productos tecnológicamente complejos

Muchos países en desarrollo

La mayoría de África

Empleos

Personas sin activo

Sueldos

Personas con pocas aptitudes

Los incultos

Los trabajadores

Ajustadores rígidos

Deudores

Aquellos dependientes de los servicios públicos

Compañías pequeñas

Mujeres, los niños

El débil

Seguridad humana

Comunidades locales

Vendedores de productos primarios y manufacturados comunes

 

Como lo mencionaba, el marco anterior puede servir de punto de partida. Paul Streeten sería el primero en advertir que algunas de sus clasificaciones pueden ser equivocadas. Subrayaría que lo que es importante es aumentar nuestra comprensión de las maneras complejas y sutiles en que lo global y lo local interactúan, influyen uno al otro y establecer tanto sinergias como conflictos en un mundo heterogéneo y rápidamente cambiante. Repito, esto es altamente indicativo de que necesitamos empezar a pensar en función de globalizaciones y no globalización.

¿Ahora, qué implica todo esto para las instituciones ocupadas en cooperación internacional? Mucho, obviamente, pero me limitaré a dos implicaciones principales.

  • Primero, muchos de los debates sobre qué significa la globalización para el desarrollo se enmarcan como si el desarrollo fuera un asunto de escoger entre global versus local o enfoques macro versus micro. Éste es un debate falso y debe ser abandonado por todas las organizaciones de desarrollo. Éstas no son ni realidades ni epistemologías opuestas y los intentos de presentarlas como tal caen en esa misma categoría de esterilidad intelectual como la dicotomía del modernismo versus tradición que caracterizó los estudios tempranos del área de la posguerra. Pensamientos y acciones serias de desarrollo necesitarán intentar resolver simultáneamente la interconexión de lo general y lo específico, a vincular la experiencia local con las fuerzas globales, y a probar la validez de las premisas y las suposiciones implícitas en la teoría de la globalización.
  • Segundo, esto no se puede lograr bajo los arreglos sumamente segmentados y diferenciados que actualmente se aplican. Se requieren sistemas de conocimiento integrador y estos dependerán en gran medida en redes de información, el tema de este Congreso. Se requieren inversiones significativas y arreglos estratégicos para establecerlas. Mucha de las pláticas recientes sobre desarrollo han sido acerca de las organizaciones de desarrollo que se convierten en organizaciones de conocimiento. Esto es bueno, porque eso es exactamente lo que debe suceder si estas organizaciones han de tener alguna pertinencia en el tercer milenio (también tema de su Congreso). El hecho es, sin embargo, que la mayoría de las organizaciones de desarrollo siguen siendo parte de la familia de organizaciones de "entrega" posteriores a la segunda guerra mundial. Declarado sin rodeos, muy pocas pueden alegar ser organizaciones de conocimiento. Más importante aún, hay muy poco en integración horizontal real y eficaz de la información. No obstante, es muy claro que tales arreglos se han tornado imperativos. Sin ellos, las organizaciones internacionales de desarrollo tienen poca probabilidad de convertirse en fuerzas significativas para tratar los temas reales de desarrollo en el nuevo milenio.

Las globalizaciones, luego, definirán gran parte del contexto de los esfuerzos internacionales de desarrollo en el próximo milenio. Las instituciones participantes en estos esfuerzos enfrontan temas que son de mayor complejidad y matices que todo lo conocido anteriormente. Las globalizaciones incluyen diversas visiones de la relación entre naturaleza y humanidad, la transformación de los mercados, nuevas pandemias y el retorno de los flagelos antiguos, los desórdenes espirituales/religiosos y el rechazo a la "modernidad", vastos flujos de trabajadores y refugiados internacionales, la producción sin precedentes de riqueza y, al mismo tiempo, mayor exclusión social y pobreza.

En tiempos pasados de considerable turbulencia, el filósofo español, José Ortega y Gasset, comentó que: "No entendemos lo que nos está sucediendo y eso es lo que nos está sucediendo". Su comentario me parece especialmente pertinente hoy. En la víspera del próximo milenio, la humanidad es tanto testigo como víctima del más amplio proceso de cambio desde la revolución industrial.

En el nuevo siglo, desarrollo y progreso no significarán las mismas cosas que han significado en los últimos cincuenta años. Nuevos conceptos surgirán y con ellos la comprensión de una vasta nueva complejidad de múltiples realidades. Para las instituciones de desarrollo internacional que se fundaron y tomaron su forma y definición en una diferente era, la pregunta es si serán desplazadas por falta de pertinencia o ejercerán el liderazgo produciendo nuevas comprensiones y la redefinición que tendrá lugar con o sin ellas. Desde luego, no hay elección, aunque producir ese liderazgo y la innovación que necesitará es claro que no será fácil. Porque citando a Keynes: "La dificultad está no en las nuevas ideas, sino en escapar de las viejas". Quizás más apto sea el reto que una vez expidió Albert Einstein: "No podemos resolver los problemas que hemos creado con la misma forma de pensar con que los creamos".

¿Qué significan las nuevas tecnologías para el desarrollo?

Suficiente sobre el estado del desarrollo. Permítanme ahora volver más específicamente a las tecnologías de información. Existe, desde luego, mucha "bulla" sobre éstas y muchas organizaciones internacionales de desarrollo se han unido a esa "bulla". En su mayoría las declaraciones del desarrollo sobre este tema siguen los lineamientos que las nuevas tecnologías de información colocarán a las personas en todas partes, del centro de Manhattan al más remoto pueblo en África Central, sobre las mismas bases. Las expresiones más románticas y poéticas emplean palabras tales como: "Las nuevas tecnologías están colocando en verdad a toda humanidad a jugar sobre el mismo campo por primera vez en la historia". Bien, éste es un bonito pensamiento, pero como he tratado de poner en claro, la verdad sencillamente es que la globalización no está funcionando así. Como lacónicamente observara el Vice-presidente de Sudáfrica Thabo Mbeke sobre este tema: "La mitad de la humanidad nunca ha usado un teléfono".

Si nos ponemos a pensar un momento sobre eso, la actual "bulla" sobre las nuevas tecnologías no es nada sorprendente. En las sociedades occidentales, desde el tiempo de la Revolución Industrial, las nuevas tecnologías y su dominio han sido la clave principal del progreso humano. No quiero decir con esto que no hayan habido detractores. Los Luddites de los gremios textiles de la Inglaterra temprana del siglo XIX destruyeron máquinas nuevas que creían-muy acertadamente como se comprobó-eliminarían sus trabajos y los despojaría de sus medios de vida. Esa actitud hacia la nueva tecnología no ha desaparecido completamente. Con el transcurso de los años, muchos sindicatos han luchado contra la introducción de nuevas tecnologías.

Han habido detractores, entonces, algunos, al menos. Pero, en términos generales, estos han sido la excepción. Durante los 200 últimos años, una pieza fundamental del pensamiento liberal y de la misma civilización occidental ha sido la creencia profunda en la inevitabilidad del progreso humano a través de los adelantos en la tecnología acoplada, desde luego, con la educación y sistemas de aprendizaje apropiados.

Las raíces intelectuales y políticas del propio esfuerzo internacional de desarrollo se encuentran en esta fe en la tecnología. La sabiduría popular al terminar la Segunda Guerra Mundial y especialmente en los años sesenta, cuando un país tras otro se iban convirtiendo en estados independientes, era que el progreso para todos era inevitable. El desarrollo era esencialmente un asunto de aplicar la nueva tecnología, con la mezcla correcta de educación y adiestramiento. Todo esto parecía tan lógico. Después de todo, ¿no eran éstos los factores que separaban a los países económicamente desarrollados de la mayoría de sus vecinos subdesarrollados?

No debe sorprendernos, por consiguiente, que las nuevas tecnologías de información que están permitiendo que ocurran las globalizaciones deben tomarse como la nueva panacea, como la clave para la eliminación de la pobreza, la miseria y la necesidad. La sabiduría convencional nos dice que el horizonte brilla con las nuevas posibilidades tecnológicas que resolverán nuestros problemas.

Y la nueva tecnología está avanzando a un ritmo acelerado. Permítanme extraer un párrafo del número del 150º aniversario de The Economist:

"A principios de la próxima década, las unidades centrales de procesamiento de las computadoras 16 Cray YMP, que en la actualidad cuestan colectivamente alrededor de $320 millones, podrán ser fabricadas por menos de $100 en solo una microchip. Esa astilla de silicona contendrá aproximadamente mil millones de transistores, en comparación con los 20 millones que se utilizan en los dispositivos actuales de vanguardia. Entretanto, las líneas telefónicas de 4KHz que utilizan los hogares y las oficinas de América explotarán en la posibilidad de 25 millones de hertz en fibras ópticas".

Aquí es donde me gustaría concluir mi presentación, en la parte en la cual sabemos exactamente lo que necesitamos hacer y dónde, gracias a nueva tecnología el Cáliz Sagrado está al fin a nuestro alcance y donde todos puedan vivir felices para siempre. Lamentablemente, lo que a todos nos gustaría que concluyera como un cuento de hadas ha desarrollado ciertas complicaciones graves. El hecho es que algunos de los pensadores más calmados, más medidos, más lógicos, que he tenido la suerte de conocer en el curso de mi trabajo, ven con alarma tanto las nuevas tecnologías como el espectro del siglo XXI.

¿Por qué? Pues bien, un primer factor obvio se refiere a la población mundial. Aún la más optimista de las proyecciones demográficas indica que la población mundial alcanzará de 10 a 11 mil millones en algún momento durante el próximo siglo. El mayor obstáculo para construir un mundo mejor durante mi período de vida-y en el de la vida de la mayoría de las personas en esta sala-ha sido y sigue siendo una función de la explosión de la población durante la pasada mitad del siglo.

Tomen en consideración lo siguiente: En 1997, según las estadísticas de la OIT, había en todo el mundo cerca de 90 millones de nuevos buscadores de trabajo. La estructura demográfica que tenemos actualmente nos dice que en menos de 20 años esa cifra en sólo un año será aproximadamente de 700 millones. Casi todos estos serán de países denominados en desarrollo. Déjenme ponerlo de esta otra manera: pronto estarán buscando trabajo en los países en desarrollo, en un período de 2-3 años, más personas que toda la población global a fines del último siglo.

Esto es complicación suficiente, pero el asunto es, en realidad, mucho más complicado. Esta explosión en la población que entra a formar parte la fuerza laboral está sucediendo en un momento en que no sabemos a ciencia cierta lo que las nuevas tecnologías significarán para el empleo, los trabajos, los ingresos y la seguridad.

Actualmente este es un debate ardiente y de sobremanera complejo. El cambio tecnológico no es nuevo y la historia nos dice cuán desestabilizante y doloroso puede ser este cambio. El hecho es, sin embargo, que los ejemplos de cambios tecnológicos anteriores siempre han creado nuevos trabajos para reemplazar los trabajos perdidos por la tecnología. Las preguntas que nosotros necesitamos hacer son si aquello va a suceder esta vez y que clases de trabajos o empleos van a crearse.

Robert White, Presidente de la Academia Nacional de Ingeniería de los Estados Unidos, es naturalmente un gran admirador de la tecnología. Él señala que-y escribo esto entre comillas-"el adelanto tecnológico ha sido el mecanismo de creación de trabajos más potente [que] la sociedad ha creado". Pero ahora pregunta él: "¿Será la tasa de creación de nuevas industrias adecuada para proporcionar los trabajos que se pierden como resultado de los aumentos de productividad?" Y responde a su propia pregunta con escalofriantes observaciones de unos pocos grandes ganadores de las nuevas tecnologías ahorradoras de trabajo y la expansión de los ejércitos de perdedores de aquellas mismas tecnologías. Y White finaliza declarando que: "... estamos presenciando el choque de las filosofías y creencias sobre el crecimiento económico, la equidad social y la tecnología".

Y la revista Business Week, mayor portavoz del sector privado de América del Norte, usó su número del 65o aniversario a fines de 1994 para enfocar las nuevas tecnologías y su significado para todos nosotros. El informe hace eco de la preocupación de Robert White y en cierto se pregunta si no estamos dirigiéndonos hacia un mundo en el cual la mitad de la población esté permanentemente recargada de trabajo, y la otra mitad permanentemente desempleada.

Estos pensamientos son alarmadores y éste es un asunto muy serio.

Sin duda, las nuevas tecnologías están creando trabajos. La industria del "software", por ejemplo, no existía y ahora es uno de los empleadores principales. No parece ser, sin embargo, el empleador principal que la sabiduría convencional nos llevaría a creer. Microsoft e Intel, por ejemplo, son los dos gigantes de la industria de la computación, pero en 1996 indicaron tener un total combinado de solo 48.100 empleados en todo el mundo. Esto es poco comparado con la Ford (323.300), General Motors (721.000) o Kodak (132.600). En verdad, todas las compañías de computación (hardware y software) registradas en Wall Street tienen un gran total mundial combinado de 128.000 empleados, menos de la mitad del número de empleados solo por la Ford.

Existen otros datos de los Estados Unidos que quizá hagan que compartamos las preocupaciones de Robert White. Como hipótesis general, uno esperaría que la explosión en las tecnologías de información, especialmente en los Estados Unidos, creara una demanda especialmente alta de ingenieros y que tal exigencia se reflejara en los ingresos promedios mayores. Los datos muestran lo opuesto: entre 1968 y 1995 el sueldo promedio, incluidos los beneficios, de los ingenieros con diez años de experiencia descendió un trece por ciento (13%) en dólares constantes.

Según mencioné, la relación entre el cambio tecnológico y el empleo es en sobremanera compleja. Esto es mucho más así hoy en nuestro mundo de las fronteras nacionales decrecientes. Necesitamos mejor información e invertir mucho más en aprender sobre esto.

Lo que sea que esa mejor información adicional pueda agregar a nuestra comprensión, sin embargo, una cosa parece muy evidente: nuestra creatividad técnica le lleva mucha ventaja a nuestra creatividad social. No sufrimos de una escasez de talento cuando se trata de producir nuevas tecnologías, o en la organización requerida para usar e innovar alrededor de dichas tecnologías. En mi criterio, de lo que sufrimos es de una escasez peligrosa de talento para comprender lo que esto significa, lo que significará para nuestros hijos, cómo repartir las ganancias y reducir al mínimo las pérdidas, lo que significará para la sociedad, la comunidad, para nuestra capacidad de gobernarnos a nosotros mismos, a la cultura y al espíritu humano. Estos son los problemas para los cuales se requiere liderazgo global y sobre los cuales el más fuerte liderazgo debe venir de las organizaciones internacionales de desarrollo. En su estudio reciente ¿Ha ido demasiado lejos la Globalización?, Dani Rodrik concluye que son precisamente estos los problemas que deben atenderse urgentemente y que si se continúa dejándolo de hacer se producirá la desintegración social.

Debo ser muy claro en esto. De ninguna manera estoy alegando que las organizaciones internacionales de desarrollo deban rechazar las nuevas tecnologías. Muy por el contrario-hacerlo sería un soberbio acto de estupidez suicida. La tecnología sí ofrece una forma de adelanto. No existe escasez de la información. La era en la cual vivimos crea montañas de información diariamente. Ciertos cálculos llegan hasta a sugerir que ahora producimos y transmitimos más información en sólo una semana que en todo el siglo XIX (aunque no me imagino, en la vida, cómo llegaron a tales cálculos). La aplicación de la tecnología se requiere urgentemente para cernir y buscar en estas montañas y para distribuir la información más equitativamente. Las bibliotecas pueden y deben estar a la vanguardia de tal esfuerzo. En mi instituto, el Instituto de Estudio del Desarrollo (IDS), tenemos la más grande e integral biblioteca de desarrollo en Europa. Estamos trabajando mucho y rápidamente para hacer de ella un servicio global de información, totalmente interactivo y de rápida respuesta para las escuelas, los investigadores y los encargados de adoptar decisiones en todo el mundo y, principalmente, en los países en desarrollo. Necesitamos hacer esto en América Latina y me gustaría sugerir que IDS y las 600 bibliotecas y centros de documentación de BIREME empiecen una conversación inmediata sobre cómo podríamos unir nuestras fuerzas con este fin.

El punto, luego, no es si las organizaciones de desarrollo deben o no abrazar las nuevas tecnologías, sino que las tecnologías pueden producir beneficios sólo si van acompañadas de una gama amplia y diversificada de innovaciones sociales. Las fuerzas a que me he referido en esta conversación-las fuerzas de las globalizaciones y el cambio tecnológico-son potentes y penetrantes. Traen con ellas nuevas promesas y graves riesgos. La víspera del tercer milenio es un momento para seria reflexión y para clarificar nuestras ideas antes de que sea demasiado tarde. Es un momento que debe suscitar en nosotros la misma clase de energías innovadoras de las que fuimos testigos al terminar la segunda guerra mundial cuando nacieron el desarrollo internacional y sus instituciones. Para gran parte de la humanidad, un puente al próximo milenio dependerá de que aquellas energías se encuentren.

Si las organizaciones internacionales de desarrollo-incluyendo la cual tengo el honor de encabezar-sobreviven y, en verdad, merecen sobrevivir, depende de nuestra respuesta a este reto. De momento estamos haciendo un trabajo muy deficiente para ello. Me gustaría cerrar volviendo a José Ortega y Gasset quién fue, creo yo, uno de los pensadores más claros y visionarios más importantes de éste rápidamente desvaneciente siglo XX. Él escribió lo siguiente:

 

"La necesidad de crear síntesis sólida y sistematizaciones del conocimiento .... invocará una clase de genio científico que hasta ahora ha existido sólo como una aberración: el genio de la integración. Por necesidad esto significa especialización, como, inevitablemente, todo esfuerzo creativo; pero esta vez (la especialización será) en la construcción del todo".

José Ortega y Gasset

 


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